Arquitectos y neurocientíficos llevan más de una década unidos con la idea de diseñar edificios saludables que ayuden a sus ocupantes a sentirse menos estresados y más felices. Construcciones que permiten mayor concentración, que favorecen el tratamiento de niños autistas, personas mayores enfermos de alzheimer o el desarrollo de bebés prematuros.

 

La Neuroarquitectura es una parte de la neurociencia que estudia cómo el espacio arquitectónico afecta a nuestra mente. Investiga cómo debe de ser el diseño del espacio para mejorar el bienestar, aumentar nuestro rendimiento y reducir el estrés, ansiedad y depresión, que nos producen las grandes ciudades.

No es propiamente ni una tendencia, ni un estilo de la arquitectura o interiorismo. Da elementos desde la ciencia para que la arquitectura e interiorismo desarrollen mejor sus proyectos. De alguna forma es conseguir un diseño teniendo en cuenta las neuronas.

Su principal misión es la de contestar a las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo interpreta nuestro cerebro el espacio en que vivimos?.
  • ¿Porqué en los hospitales los enfermos mejoran más rápidamente con grandes ventanales al exterior?.
  • ¿Cómo influye la luz natural en nuestro rendimiento?.
  • ¿Qué ambientes generan más descontento y agresión?.
  • ¿Qué entornos favorecen nuestra colaboración en el trabajo?.
  • ¿Porqué determinados espacios nos inspiran sensación de bienestar?.
  • ¿Cómo afecta el espacio a nuestras hormonas, pensamientos o grado de estrés?

Aspectos como el espacio, la iluminación, techos, colores-texturas o las zonas verdes. En el caso de los espacios, los amplios potenciarán la creatividad. La iluminación natural, por ejemplo, puede llevar a mejorar un veinte por ciento la capacidad cognitiva de los ancianos. Los techos más bajos ayudan a la concentración, los más altos a la creatividad. Se ha comprobado científicamente que los enfermos se curan antes ante la vista de espacios verdes. Colores y texturas influyen de manera importante en espacios de trabajo y educativos.

Así que, teniendo claro que la Neuroarquitectura no es una moda, estas son algunas ideas relevantes para entender mejor el concepto.

  • La iluminación es importante
    Una iluminación artificial deficiente no ayuda al cerebro que debe esforzarse mucho más; esto en las empresas puede influir en una baja productividad y en las escuelas en un bajo rendimiento. Los alumnos que estudian en clases con enormes ventanales y mucha luz obtienen mejores resultados que aquellos que lo hacen en aulas más oscuras.
  • La altura de los techos importa
    La altura del techo de las habitaciones tiene una influencia clara en nuestro cerebro. Se ha comprobado que quienes están en las salas con techos altos obtienen resultados más abstractos y creativos.
    Quizás los techos bajos son muy adecuados para un quirófano, en que el cirujano debe concentrarse bien en los detalles, mientras que techos altos puede que sean más apropiados para talleres de artistas o escuelas. Por ello, si queremos espacios y oficinas en los que reine la creatividad, parece interesante que la altura de los techos pueda tener una dimensión considerable.
  • La distribución de ventanas en un edificio y el tamaño adecuado
    Dar clase en espacios amplios con grandes ventanales que dejen pasar una adecuada luz natural, favorece la concentración. En este tipo de espacios, puede reinar la calma y ayuda a mejorar la productividad en el trabajo.
  • El ruido
    El ruido puede afectar el desempeño en las tareas. Debe de ser suficiente para brindar energía creativa, pero no demasiado silencioso como para sentirse atrapado. Se puede modular variando la altura de los techos, utilizando paneles acústicos, moquetas, etc.
  • La temperatura
    Nuestro cerebro es muy sensible a la temperatura y ello puede repercutir tanto a nivel cognitivo como emocional. El rango de temperatura ideal estaría entre los 20ºC y los 23ºC, aproximadamente, y la humedad relativa debe rondar el 50%.
  • Las zonas verdes un elemento muy importante
    Los alumnos que aprenden en aulas que ofrecen vistas a espacios verdes obtienen mejores notas que quienes ven edificios. En los hospitales los enfermos se recuperan antes si pueden observar espacios naturales desde la habitación. Y para los niños con autismo, pasar tiempo en contacto con la naturaleza, calma el trastorno, los hace sentir relajados.

En definitiva, el gran reto es generar un entorno saludable. Hay que diseñar y proyectar entendiendo los códigos neuronales de funcionamiento del cerebro, para brindar construcciones que ofrezcan una buena salud física y emocional.

Fuente: Edificios con Neuronas
Foto: Plataformaarquitectura