El invierno está llegando y su comienzo trae consigo algunos que otros problemas a nuestros hogares.

Las heladas son las peores enemigas de las instalaciones de conducción de agua sobre todo de aquellas que se encuentran en el exterior o que están menos protegidas durante las horas más frías. Con las heladas el agua que pasa por las tuberías se congela y aumenta de volumen, lo que hace que las tuberías se rompan causando problemas en el funcionamiento correcto o a un fallo total del sistema.

Tomando algunas medidas podemos evitar el desgaste y el deterioro de nuestras instalaciones. Con el utilizo de los materiales correctos será posible, de hecho, garantizar que las tuberías continúen su funcionamiento también en los meses más fríos.

Es fundamental la fase de estudio y de diseño de la instalación: medidas correctas, elección de materiales y garantizar que cada componente tenga su aislamiento especifico. Mismo cuidado durante la colocación de los contadores, que se deben colocar en zona debidamente protegida del frió.

Entre los materiales se recomienda usar poliuretano o poliestireno, debido a su resistencia incluso a temperaturas muy bajas.

El utilizo de los cables o cintas calefactoras son una excelente protección contra heladas, no solo para evitar que se rompan las tuberías, sino para mantener temperaturas constantes en recipientes, tuberías, válvulas, etc…

  • Cables a emisión constante: en este caso los cables tienen una potencia constante a cualquier temperatura y, por lo tanto, es necesario conectarse a un termostato para administrar su potencia.
  • Cintas calefactoras autorregulables: regulan automáticamente la temperatura y la emisión de calor, gracias a un par de conductores de cobre, una matriz semiconductora y un revestimiento de poliestireno o con cintas de fibra de vidrio que, gracias a su suavidad, se pueden enrollar alrededor de los tubos.

Otra solución, aunque no resuelva realmente el problema, es el uso de determinadas sustancias anticongelantes. Existen diferentes productos diseñados específicamente para proteger las tuberías, que también evitan fenómenos como la corrosión o la formación de depósitos de piedra caliza.

Y por último, pero no menos importante, es mantener un buen «estado de salud» del sistema hidráulico de nuestras viviendas , sobre todo, después de una helada asegurarse de que no haya daños, incluso si aparentemente no existen.

 

Fuente e imagen: Caser.es